Próximo a cumplir 94 años de edad quiero traerles por ser estas palabras influjos espirituales de esperanzas para el futuro de los seres humanos, y fundamentalmente, por haber tenido el privilegio de recibir una formación familiar desde los primeros momentos de mi vida, colmada de principios, valores, ideales, respeto, solidaridad, cariño y esperanzas, que sumados a la consagración permanente de mis padres, hermanos, familiares, maestros y sociedad toda, que me brindaron permanentemente conocimientos como frutos madurativos y formativos, que a través de mis años dieron sus frutos con esperanza férrea más allá de las vicisitudes propias de esta vida.
Éramos seis hermanos, dos mujeres y cuatro varones, que con mucho sacrificio de familia humilde, el único elemento de lujo de la casa era una radio que funcionaba con lamparitas, y cada elemento era una conquista por más simple que lo fuera; mi madre italiana de Venecia, costurera, una lírica que nos alegraba con sus canciones mientras trabajaba con su máquina de coser; mi padre, argentino, tapicero que tocaba el violín en sus momentos libres; cuatro hermanos también tapiceros clásicos, y el cuarto se dedicó a la matricera, todos trabajábamos de día y estudiábamos de noche, siempre impulsados con la esperanza y orgullo por ser de familia trabajadora, que era la verdadera tarjeta de presentación en esos tiempos ante la sociedad, y siempre con las ilusiones de que uno de nosotros podría acceder a la universidad, que a la final fui yo el menor de todos. Mi hermana mayor logró ser profesora de corte y confección, y la menor se dedicó al bordado a mano y máquina, porque en esas épocas no existían la computación, la televisión y mucho menos los documentos, la palabra era el mejor documento de todos.
En el año 1953 realicé el glorioso servicio militar como soldado paracaidista, clase 1932, y en el año 1966 después de varios años de noviazgo, con el propósito de tratar de cumplir con los esfuerzos para que yo pudiera estudiar, cambiándoles desde el fogón a leña por la cocina a querosén, luego transformada a gas y muchos otros menesteres del hogar, y recién cuando mi padre pudo cobrar su jubilación, mi madre me dijo hasta cuándo vas a estar haciendo esperar a esa chica lo que me llevó a formalizar mi matrimonio con Ángela Serafina Oliver, que durante casi 60 años continuábamos acompañándonos mutuamente, hasta su muerte en 2014. Tuvimos hijos, hoy fallecida Gabriela por violación y asesinato a sus 16 años, y Natalia, que falleció a los 40 años de edad de cáncer. Hoy me quedan 4 hijos y 6 nietos.
Así fueron pasando los años, superándonos en todos los quehaceres de la vida, y soportando con verdadero estoicismo una resiliencia que creo es para admirar, como lo hice trasuntar antes y después en mi blog “Odontología Forense”.
Tal vez esos devenires de ser trabajadores cuando vivíamos para trabajar y no solo para poder vivir, fueron los esfuerzos que me impulsaron para poder hacer en cuatro años la carrera de Odontología, que era de cinco, gracias a la disciplina del trabajo y así ir evolucionando correctamente, relacionándome con el prójimo en la vida y fundamentalmente en la profesión, que hasta en el trato profesional con mis pacientes, en el estudio clínico o anamnesis al paciente por mi conducta y convicciones férreas, teniendo bien claro que son terrenos neutrales de toda la politiquería de filosofías retrógradas que tuvimos que soportar, pero sí de la sana política y de cualquier otra naturaleza, siempre respetando las diferencias y con más razón si eran de Boca, River, rico o pobre, blanco o negro, miren cuánta diferencia con los días de hoy, cuando era presidente de un club de fútbol Escuela Presidente Roca, y teníamos que jugar por los puntos dentro de tres sábados, con el club que estaba más cerca de nuestra cancha, y como no se nos secaban las medias; porque no teníamos lavarropas, se las pedíamos prestadas al otro club. Eran otras formas de vivir; miren si hoy los de River le van a pedir un par de medias a los de Boca, eran otras maneras de actuar, estilos de actuación que los llevé profundamente en todos mis actos, virtudes que ni siquiera en las clases magistrales las desvirtuaba, porque dictaba como profesor titular dos cátedras, una materia que era Constitución Nacional y Derechos Humanos en primer año, y la otra era una asignatura compuesta por un conjunto de materias más allá de las básicas para un mejor desenvolvimiento profesional en quinto año de la carrera; también cuando me nominaron como padrino de los egresados de mi Facultad en el año 1978, como cuando también me nominaron padrino de la promoción del año 1974 cuando cumplieron 50 años de egresados el 7 de noviembre de 2024, como designios de Dios tal vez por mis 93 años de edad. El acto se realizó en la Facultad de Odontología, por gratitud a la misma, por los conocimientos específicos de la profesión cuando formábamos a los alumnos para la profesión pero fundamentalmente para la vida y sociedad, con los suplementarios conocimientos societarios y humanos para un mejor desenvolvimiento profesional, que fueron los que me marcaron por el designio del recuerdo y la gratitud de ex profesor que les enseñaba y sugería, sin pretender imponerles nada, por tener la convicción de que cada uno es idéntico a sí mismo, diferente y distinto a los demás, y ese respeto es el verdadero fruto de la enseñanza y semilla fértil para la sociedad, futuro y vida.
Después de décadas de estudio y trabajos, cursos, títulos profesionales, se me otorgó una jubilación; todo fue pasando los días matizándolos con trabajos de tapicero que era mi oficio, para pasar a alquilar autitos a batería en la plaza Lavalle, luego en la plaza Alberdi por las tardes porque por las mañanas le hacía casos de identificación de personas a Policía Judicial en el Instituto de Medicina Forense a pocas cuadras de la plaza Alberdi, épocas que no existía la carrera de Odontología Forense, trabajos que nunca los cobré en gratitud por lo realizado por la Policía de Córdoba en el infortunio de mi hija Gabriela, hasta le presenté a la institución un programa con 25 bolillas teóricas y 14 de trabajos prácticos, siendo el primero presentado oficialmente para la formación del odontólogo forense (ver en mi blog “Odontología Forense”).
En el trayecto por mi vida terrenal, como es parte evolutiva de nuestra espiritualidad donde la tenemos que transitar, con esfuerzos alegrías, tristezas, dolores, placeres, desvelos y sueños entre otros muchos más acontecimientos que nos permiten tener el tiempo suficiente para escribir, pensar, trabajar y así dejar sentado las vivencias de cada uno, que sumadas a los recuerdos como un servicio esperanzado para el futuro evolutivo de nuestras almas que puede llegar a ser como un verdadero visionario espiritualmente para un correcto desenvolvimiento profesional, cuyos pasos posteriores evolutivos es tal vez detectar los pronósticos del más allá, como verdadero preludio misterioso y sobrenatural, como tantos que hay que parecen ser seres sobrenaturales. Ejemplo, el señor Marchesini que con solo tocar una prenda de vestir les decía la enfermedad que la persona tenía o sufría, o tantos muchos más, como si se tratara de un verdadero puesto en valor; que suelen tener claros vividos similar al hijo de la Dra. Serra de solo tres años que al pasar por una casa lugar que fue la primera vez que pasaban por esa calle, le dijo Mamá yo conozco muy bien esa casa, se quedó asombrada, se volvieron, pidieron permiso y el hijo le contaba antes de entrar tal cual era todo adentro como un verdadero claro vivido. También suelen suceder estos verdaderos claros vividos en personas antes de entrar en el mal de Alzheimer, que se manifiesta acordándose de un momento de su niñez jugando con sus amigos de los detalles más mínimos hasta la fragancia de las flores de los árboles, para luego con los años caer en la oscuridad absoluta de sus mentes. Seguimos sosteniendo que todas estas manifestaciones son pasos evolutivos como conquistas espirituales del más allá del siempre, como los famosos agujeros negros del universo de los que existen muchos en el firmamento, que absorben todo hasta los mismos astros sin saber dónde lo están depositando; yo lo presiento algo así como las almas en otros lugares de los infinitos cielos porque este es y lo son, inconmensurables e inmensos.
Seguros estamos que para lograr la evolución espiritual tenemos que cumplir etapas, niveles, metas y escalones que así podríamos denominarlos para evolucionar, que mensurándolos a grandes rasgos y nuestro saber se extenderían desde las estrellas culonas y demás seres vivientes a más de 4000 metros de profundidad en los mares más profundos e inmensos, hasta las más altas estribaciones montañosas conocidas en este mundo terrenal, longitudes similares a los que tenemos que transitar para alcanzar y depurar nuestras almas a través del espíritu, para lograr aquello de llegar a ser a imagen y semejanzas del Superior, como lo establecen las filosofías teológicas.
Teniendo las convicciones y sosteniendo tenazmente en esta etapa terrenal de evolución espiritual que es un verdadero paraíso terrenal como lo caratularon los poetas, y a mis convicciones filosóficas y teológicas, se trata solo de una de las etapas que tenemos que transitar, y así pasar a otras más evolutivas espiritualmente porque venimos de otra etapa a la terrenal; que no es de la nada como muchos agnósticos así lo consideran según sus filosofías negacionistas, sino que venimos de la conjunción como lo son del óvulo y el espermatozoide, uno femenino y el otro masculino, cargados con genes vivos que por acto sublime de las conjunciones más allá de los influjos misteriosos de solidaridad, por ser esta palabra la materialización de un servicio esperanzado de los creyentes, para la conjunción del cuerpo y el alma, que se manifiesta en todas las etapas generacionales hasta la celestial que es eternal; que si la cumplimos según el mandato sugerido y conferido en este paraíso terrenal podemos llegar hasta ser a imagen y semejanza del Supremo como lo dijimos, y lograr la etapa sideral para luego ganarnos el derecho de deambular eternamente con nuestros seres queridos por los inconmensurables, maravillosos e infinitos cielos, que lo podemos lograr a través del recuerdo de nuestros seres queridos que ya no están en la etapa terrenal porque desde donde están nos hacen llegar con sus influjos misteriosos la luz divina que nos ilumina el camino o sendero que tenemos que transitar con amor para seguir evolucionando espiritualmente y así poder alcanzar la etapa sideral que les hablé oportunamente, lo que pueden leer en este blog “Perfiles Literarios”.
Seguro estoy que mi formación con principios éticos, morales, sociales y humanos fueron los que me permitieron una manera de actuar que la he manifestado como verdadero baluarte, y siempre dispuesto para transmitir y brindar lo mejor de mis conocimientos y experiencias con la visión de influjos de los recuerdos que vienen del más allá, de mis seres queridos, que están en la otra etapa de la vida, que lo hacen como una guía permanente a través de mis precogniciones, que me impulsan cotidianamente a estudiar para mejorar mis conocimientos, y ponerlos en práctica en mi vida social y profesional, superando todo tipo de vicisitudes, que sumadas con lo que se ve, se siente al tener que realizar una autopsia soportando estoicamente, por tener guardado en mis recuerdos aquellos ejemplos y enseñanzas adquiridas que marcaron un estilo de vida colmada de solidaridad global para servir a los demás, que son los galardones conquistados ante nuestros semejantes como acontecimientos del alma que lo superan todo, y así poner en alerta desde lo más profundo de nuestros sentimientos, como verdaderos escalones, peldaños o etapas para ascender espiritualmente y así cumplir con el mandato conferido y encomendado al entrar en este mundo terrenal, cumpliendo a su vez con las filosofías teológicas que nos dicen que estamos formados de cuerpo y alma, además de que nacemos a imagen y semejanza del Superior, y venimos a este mundo terrenal para luego, pasando las diferentes etapas vivir para después morir, y así evolucionar espiritualmente, para cuando se nos abran las puertas del cielo, en las otras etapas, para el reencuentro con nuestros seres queridos, y así luego poder deambular eternamente por los infinitos e inconmensurables cielos.
Como ustedes se podrán dar cuenta que he dejado de deambular con mis trabajos escritos de mi profesión, especialidad y sugerencias sociales políticas en el amplio campo de la salud, para seguir navegando en el terreno de lo filosófico, teológico o espiritual, tal vez lo sea por los efectos y consecuencias de mis casi 94 años de mi edad o quizás, por irme preparando para pasar al más allá, a la etapa sideral que es la de las maravillas, majestuosidades inimaginables que las supe soñar sobre la etapa sideral de los inconmensurables cielos infinitos, por aquello de haber tratado de cumplir con el mandato encomendado, y así cumplir lo de ciertas filosofías teológicas de haber nacido a imagen y semejanzas del Supremo, y haberlo logrado a través de las diferentes etapas como la terrenal hasta la sideral, para deambular luego eternamente con todos los seres del mundo, similar a mis sueños, los que se pueden leer en este blog “Perfiles Literarios”.
Los invito a visitar y acceder a mis blogs:
“Descripción de los trabajos realizados en forma restringida en los fueros Penal, Civil y Laboral”
“Últimos premios, distinciones, condecoraciones y títulos académicos”